Ángel azul
Tu y yo, ambos sustraídos de este mundo,
quisiéramos ahora yacer en el sosiego,
junto al arroyo sencillo de los sueños,
hablar sólo las fuentes, responder los caminos,
respirar el diálogo amigo de los pájaros.
Y a ello llamaríamos sonrisa natural,
dolor interrumpido,
bajo el susurro de las mansas estrellas,
bañados los sentidos de miel calurosa,
la razón despojada de estéticas impuestas.
Derretimos antaño la tristeza de cera
al calor de la luz de acetileno,
y fue más corta la senda,
recordemos, compañera,
quedó la claridad desguarecida,
nos recibió desnuda y sincera.
Hoy te he dicho que te amo,
con ondas de sonrisa arrojadas a tu cuerpo,
con torrentes de infinito vertidos en tus senos,
con el sonido del viento despierto
que golpea los ventanales de la duda.
Hoy te he dicho que te amo,
y en nuestras almas, cercanas y distantes,
una larga noche habita de nuevo.